lunes, 22 de marzo de 2010

Tres observaciones importantes

(para la filosofía de la enfermedad mental):

Primera observación (de un psiquiatra cuyo nombre desconozco pero que participó en un encuentro radiofónico en el "Cuaderno de salud" de Radio Nacional de España): “El mundo no existe fuera sino dentro de nosotros mismos”. B) (del mismo): Segunda observación: “Cada uno está "casado" con su propia mente” (extráiganse las consecuencias que implica esto tanto para enfermos como para no enfermos mentales). C: Tercera observación: “La enfermedad nos permite saber lo que es la salud”. La primera observación hemos de comentarla con detalle: el mundo no existe fuera sino dentro de nosotros mismos. Entonces, el mundo real no tiene ninguna existencia: no es más que una descripción que el cerebro hace de la realidad. Si hay una tienda de licores en la casa de abajo y los licores no son buenos, esto significa que "su cerebro" dice que los licores no son buenos. Pero "su cerebro" también dice que hay una tienda. Es posible que la tienda sea real, desde luego (es decir la ubicación, el lugar físico), pero veamos lo que "su cerebro" dice acerca de lo que hay dentro. Imagínese que ni siquiera (salvo en algún remoto rincón de sus células cerebrales) esté ubicada en algún sitio la existencia de la mencionada tienda. La segunda observación implica que cada uno de nosotros está "casado" con "su propia mente", en otras palabras, que hacemos caso de ella. Lo que nuestra esposa (es decir, nuestra mente, dado que como hemos dejado establecido el mundo es una descripción del cerebro) "dice" acerca de la realidad es "lo que hay". Acerca del mundo, dicho con otras palabras (un mundo que no existe fuera sino en nuestro interior), lo que nosotros conocemos --y aquello que podemos conocer (una de las famosas "tres preguntas" de Kant)-- es, por decirlo con el lenguaje de la segunda observación, "aquello que nos dice nuestra esposa" (es decir, lo que nos dice nuestra mente). Una observación que me parece muy importante sobre la mente y sobre la naturaleza de la mente. Desde un punto de vista budista (disculpen), "la esencialidad, la sustancialidad" de la persona consiste en que el sujeto es su mente, la persona es su mente y el individuo es su mente. (Contra lo que sugieren los materialistas (que nunca han puesto a prueba su propia tesis), sin poseer una mente ningún individuo sería nada y su mente es --o para decirlo mejor, consiste-- en la interpretación que ésta (en el cerebro) lleva a cabo de los datos sensoriales). Esa interpretación (es decir, una "interpretación" cerebral) es, en última instancia, nuestra genuina realidad. Esa es la primera de las Tres Nobles Verdades (como hubiera podido decir el Buda) acerca del cerebro: el mundo no existe fuera sino dentro del cerebro y no posee, por tanto, una existencia real.

La Segunda Noble Verdad consiste en que todos nosotros estamos (según el veredicto de la ciencia* ) "casados" con nuestra mente. Y, naturalmente, cuando uno está casado --a menos que sea un imbécil-- tiene que hacer caso de su esposa (“Tienes toda la razón, cariño: ese gigante que acaba de adelantarme conduce fatal"). Aquello que "nuestra esposa" (o en otras palabras, "nuestra mente") nos dice acerca de los hechos es nuestra descripción de la realidad --esto es, aquella descripción que nuestra conciencia aporta como verdadera. (Y ahora, en este preciso momento, no viene al caso saber si lo que "dice" nuestra mente "no es cierto"; porque ese problema, queridos lectores, no sólo lo tienen las personas diagnosticadas como enfermas: idéntico problema tienen las "personas corrientes" --en términos generales: su mente también les puede engañar. Y no por este motivo encerramos a éstas en un manicomio en el que sólo pueden hablar con un psiquiatra (o con las paredes del manicomio), la versión más "aceptable", según parece, de la divinidad (con excepción hecha de un director de cine) que en este mundo físico pueda encontrarse--. Las ajustadas (y frías) descripciones de que disponemos acerca de la locura en la actualidad (y su sintomatología, es decir, la sintomatología de la "enfermedad mental") son descripciones bastante poco caritativas (aunque sumamente precisas) de algunos hechos que atañen tanto a personas consideradas “normales” (valga la expresión) como a los denominados psicóticos o "enfermos mentales". Esta es la realidad para todos nosotros: lo que nuestro cerebro dictamina que hay. No existen alucinaciones, ni fantasías delirantes, ni delirios de grandeza, ni manías de persecución: si alguien cree que es Napoleón es que es Napoleón. Esta primera ley o "buena verdad" de la psiquiatría es una ley que nos hace a todos iguales. Gracias a estas dos observaciones (que, si fueran consideradas en cuanto premisas, conducirían a conclusiones muy interesantes), podemos comenzar este trabajo con alguna perspectiva de éxito futuro real --tanto para la historia de la locura como para la colectividad humana en la que dicha locura se presenta en la sociedad.

Pero es que, además, y como colofón, tenemos que considerar una última y tercera verdad: que solamente la existencia de la enfermedad nos permite tener una idea real de la salud. Tanto en lo que se refiere a cómo funcionan los órganos del cuerpo (p. ej., el riñón), como en lo que afecta concretamente a la salud mental. Me parece, por tanto (aunque la idea no es mía), que la salud (en cierto modo) tiene contraída una deuda con la enfermedad (y, más concretamente, con la enfermedad mental).

*Según el veredicto de la reciente ciencia del cerebro, se entiende

Gladiolo

6 comentarios:

  1. no me entro de nada deberia estar escrito de otra forma para que todos podamos entenderlo yo lo lei
    y no me entero de na pero si esta en el block sera
    porque es de interes enorabuena

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  2. Enhorabuena por la enorme calidad de este texto.
    Me parece muy pero que muy interesante lo que comentas, y abre la puerta a muchas reflexiones.
    Si todos le diéramos un poco más de trabajo a nuestras esposas (o sea, nuestras mentes, aunque en mi caso tengo la duda de si mi mente no será más bien mi "marido")y pensásemos y reflexionásemos más, podríamos definir mejor ese concepto que suena tan feo de la "enfermedad mental"
    Un ensayo de verdad magistral.

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  3. Me parecen muy interesantes tus reflexiones, y creo que podrías llevarlas mucho más allá.
    Por ejemplo, a veces todos tenemos miedo de nuestra propia mente, a veces nosotros mismos nos jugamos malas pasadas... ¿eso sería como un "divorcio" de nuestra esposa?
    El último punto me parece crucial, también, sería genial que lo extendieras un poco.
    Ánimo y no dejes de escribir, tienes talento

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  4. Está muy bien escrito y se nota que te ha llevado mucho tiempo. Saludos

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  5. Veréis, el texto viene inspirado en un programa de radio que me pareció muy interesante, y ciertamente se podría haber ampliado un poco (cuando se menciona "la tienda de licores de la casa de abajo", por ejemplo, podría haber constatado que su "desaparición" de las células cerebrales podría convertirse en una definición del Alzheimer). Pero en lo esencial me pareció que la cosa precisaba comentario y eso es esencialmente lo que he tratado de hacer. Gracias por los comentarios y un saludo.

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  6. Da mucho que pensar. Sige asi.

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